Dreams…What are dreams? Moments etched in time, swept in strokes on twilight canvases. Vast as the cosmos. Quiet lullabies echoing through the purple dawn. Dreams. Farthest reaches of imagination, fulfilled
Endlessly evolving. Hidden. Leaps and bounds. Hidden beauty in unexpected places. Sculptures of perfect imperfections. These are dreams. Sublime journeys beyond the extraordinary. Sad shadows of requiems long ago. Forms and formlessness. Textures that radiate cascading visions and colorful sounds. Dreams that shimmer between wishes and stars. Myster. Majesty. Transcendently soar. Through infinite possibilities…
“Dreams”
by Fitzgerald Scott
1
Ninguno de los dos hablaba, sólo nos mirábamos. Sin saber quien era ella, los dos estábamos sentados en la mesa, como si una vida nos uniera ella me miraba sin saber que en mi pensamiento la incógnita de su ser me abrumaba. Parecía que no la conocía, pero a la vez sabía todo de ella. Seguía mirándola y ella sólo me sonreía. Ninguno de los dos decía una sola palabra.
Me preguntaba por qué yo sentía saber todo de ella. Jamás en mi vida la había visto. No sabía siquiera su nombre. Pero la calidez de su mirada me reconfortaba de una forma sublime e inexplicable. Podía ver lo que ella sentía con sólo verla, con sólo ver aquellos ojos. Si bien desde pequeño los colores me fascinaron, en mi vida había visto tal color tan bello; un azul tan claro, uno que hipnotizaba, uno que no te dejaba parpadear. Rodeado por un azul más fuerte que el de su gran mayoría hacían sus ojos los más bellos que jamás en mi vida había visto. Y yo seguía sin saber quién era ella.
Quería hablar, decir algo, decirle algo. Pero sólo en mi mente las palabras fluían. Nunca supe que era lo que ella miraba, pero parecía ser algo que estaba detrás mío, y cuando mi primo se acercó a la mesa para hablar con nosotros supe por primera vez que las palabras, en aquel lugar, si podían llenar el aire con sus ideas. “Qué bonitos ojos, ¿cómo te llamas?”, exclamó mi primo sin dudar un minuto. Algo que para mí en aquel momento parecía imposible. “No le gusta que le hablen de sus ojos” dije sin duda alguna. Pero cómo era posible que fuera tan fácil haber dicho eso cuando no podía dirigirle la palabra a ella. Con un sólo gesto de disgusto, mi primo se levantó y se fue de la mesa. Ella y yo sólo nos mirábamos otra vez. Ninguno habló.
2
Supongo que esa era mi casa. Conocía el lugar, y tomar objetos de él no me parecía de mala educación. Definitivamente era mi casa. Ya era de noche y parecía que el cuarto en el que estaba era la sala. Miré hacía abajo y allí estaba ella otra vez, acostada sobre lo que parecía ser un catre. Sus ojos me seguían mirando, esos ojos como los que ves sólo en tus sueños, ojos que jamás otro ojo ha visto. Me arrodillé para despedirme, como si los dos supiéramos todo del otro pero ninguno se dispusiera a decir la primera palabra. Y después de que mis rodillas tocaran el suelo, todo segundo parecía como una hora. “Que tengas buena noche, descansa”, fueron mis primeras palabras dirigidas a ella. Con una sonrisa me respondió y en ese instante pude ver dos hermosos labios formando lo que sería la sonrisa más bella que mis ojos jóvenes habían y verían en toda su vida.
Como un imán muy potente, y sin pensarlo, agache mi cabeza y la besé. La acción fue tan rápida que aunque hubiese querido ella no hubiera podido esquivar el beso.
No creo que haya sido felicidad lo que me inundo en ese instante, pero sí una profunda pena que provocó decirle “lo siento, lo siento mucho.”
3
Cuando volví a abrir los ojos vi un espejo, uno de tamaño regular; como los que encuentras en los baños de cualquier casa. Junto a mi estaba una amiga que reconocí al instante. Miré a mí alrededor y pude ver que efectivamente nos encontrábamos en un baño, uno no tan grade. El espacio era justo como para que los dos estuviéramos ahí. Miré mis manos y pude observar que sin darme cuenta previamente, yo me estaba lavando las manos, volteé a mi derecha para ver a mi amiga y ella hacía lo mismo.
Un simple pestañeo fue suficiente para que sin saber por qué, mi amiga y yo nos estuviéramos riendo. Al voltear a mi izquierda, por medio de otro espejo de mayor tamaño pude ver a aquella mujer cuyo nombre aún era un misterio para mí. Ella estaba junto con otras dos mujeres, hablando, riendo. Pero al mismo tiempo me miraba a través del mismo espejo por el cual yo la miraba, sin que ella percatara de dicha acción.
Un poco de agua que arrojó mi amiga a mis ojos bastó para que yo los cerrara.
4
Cuando volví a abrir los ojos me sorprendí tanto al ver que entre mis brazos estaba aquella mujer. Estoy seguro que si nunca hubiera visto a esta mujer antes lo primero que me llamaría la atención de ella sería su cabello oscuro que cubría muy poco de sus hombros, sus ojos tan hermosos cuyos adjetivos para describirlos me hubieran faltado y su hermosa cara, tan bella esta última que es la fecha que no encuentro como empezar a describirla de tan hermosa que ante mis ojos parecía.
“Nelly, feliz cumpleaños. Feliz cumpleaños Nelly” ¿Nelly?, era ese su nombre. Había escuchado bien, Nelly era el nombre que ostentaba esta mujer. Y sin dejar de abrazarme miró por mi hombro a la mujer mayor que le había felicitado y con aquella misma increíble sonrisa con la que me sonrió a mi le sonrió a ella. “Gracias, muchas gracias” dijo ella con una voz tan dulce que cualquier abeja desearía postrarse sobre esos sonidos que salieron de su linda boca. Era la primera vez que la oía hablar y sin embargo no lo parecía. “Feliz Cumpleaños” le dije al oído, y cuando nuestras miradas se cruzaron otra vez pude finalmente darme cuenta que mis brazos la sostenían por la cintura y los suyos me rodeaban el cuello. “Gracias” fue lo único que me dijo, pero el beso que le siguió a esa palabra dijo más que lo que en ese día me hubiera podido decir. Su beso fue tan grandioso, tan dulce y tan suave que no encuentro en este mundo textura tan suave como sus dos bellos labios. Definitivamente era la mujer de mis sueños.
Mientras se alejaba de mi boca miles de pensamientos inundaron mi mente, de los cuales puedo decir todos eran de alegría. Nunca sabré cómo la conocí, o como llegué a tenerla entre mis brazos pero algo que siempre tendré en cuenta es que ella sentía lo mismo que mi corazón por el suyo. En tan poco tiempo supe que era para mí.
Bajó sus brazos y sujetó mis manos sus ojos me miraron, y me di cuenta que sus palabras llenarían de rosas el ambiente. “Esta chamarra que tienes puesta, es mágica sabes, esta bolsa izquierda es lo que contiene la magia. Nunca dejes de creer y nunca me olvides. Sueña”, fueron sus últimas palabras.
5
Cuando abrí de nueva cuenta los ojos vi el techo de mi habitación, el reloj marcaba 7:20 am y una sirena de ambulancia sonaba en la lejanía. Todo había sido un sueño. Todo lo que había vivido había sido sólo un sueño.
Mientras desayunaba ese día mi mente parecía estar luchando contra su propia naturaleza de olvidar, no quería olvidar, no quería olvidarla. Pero la mente humana es una gran maquina de juegos, la cual recuerda la primera gota de la primera tormenta del año pero no un sueño.
Al sacar las llaves de mi chamarra para cerrar la puerta de mi casa, de la bolsa cayó un pequeño papel con una letra que no pude ver hasta recogerlo y tenerlo entre mis manos. El sol brillaba tan intenso y los pájaros cantaban tan hermoso que la palabra tuvo un nuevo significado para mí.
El papelito decía: ¡Sueña!
Fin.
By Linkf1
カルロスの伝説 